Después del discurso de Francisco ante el Encuentro de Movimientos Sociales no tardaron en surgir voces advirtiendo que sus palabras no debían tomarse en serio habida cuenta de la larga historia de la Iglesia como guardiana del orden capitalista y responsable de incontables crímenes.
Se imponía la incredulidad e, inclusive, una vigilancia militante para evitar que el mensaje papal frustrase el ansiado desarrollo de la conciencia crítica de los pueblos oprimidos. Discrepo de esas opiniones. Es más: creo que éste no es un tema que debería preocuparnos.
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