No les bastó con quemar la bandera cubana en una avenida en Venezuela. Manos infames, presas del odio y la sinrazón humana, ultrajaron días después el monumento a Martí que se erige en el barrio caraqueño de Chacaíto, donde el Maestro empina su brazo redentor y desde su altura moral eleva la noción del bien y la utilidad de la virtud.
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