Cuando el pasado 15 de mayo la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que el nuevo coronavirus podría haber llegado para quedarse, una nube de incertidumbre envolvió a los más optimistas. Nada sería como antes, la nueva normalidad podría traer consigo cambios sustanciales en nuestras formas de vida.
El SARS-CoV-2, causante de la enfermedad COVID-19, ya ha sido diagnosticado en más de 5,5 millones de personas en todo el mundo, con la triste cifra de 345,433 muertos hasta este martes. Los expertos no tienen claro cuándo se podrá frenar su expansión y ahora pronostican que el virus podría no desaparecer nunca.
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