“…los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, quienes van a pelear juntos. […] Ya no podemos ser el pueblo de hojas que vive en el aire con la copa cargada de flor, restañando o zumbando, según la acaricie el capricho de la luz, o la tundan o talen las tempestades; los árboles se ponen en fila para que no pase el gigante de las siete lenguas, es hora del recuento y de la marcha unida, hemos de andar en cuadro apretado como la plata en las raíces de los Andes
a través de Ni Maduro, ni Venezuela están solos
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