
Tal parece que el debate en Estados Unidos sobre el escándalo del programa subversivo contra Cuba llamado ZunZuneo se ha perdido en discusiones sobre la diferencia semántica entre “discreto” y “secreto”; si el proyecto debía conducirlo la CIA en lugar de la USAID o hasta qué punto fue informado el Congreso respecto a los fondos para su financiamiento.
La preocupación es por la forma en que se llevó a cabo el plan de llevar mensajes políticos con fines desestabilizadores a miles de celulares en Cuba de manera ilegal. Pero prácticamente nadie se sonroja cuando conoce su objetivo: socavar el sistema político y social decidido por los cubanos.
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